miércoles, 29 de agosto de 2012

Locura

Durante los últimos días han pasado cosas que no pensé que pasarían, que no me esperaba, y que podría haber soñado como algo de novela o película hollywodiense, pero no creía que sería protagonista de ellas jamás. Y ahora no tengo ni idea de qué va a pasar.


Llevas una vida normal, en la que crees que no te esperan sorpresas, y, de repente, todo tu mundo se pone patas arriba. Tienes unas convicciones, unos valores, y, como si algo saliera de la nada, estos se tambalean, desaparecen y te dejas llevar.

Y empiezas a ver amanecer, y empiezas a bailar, y a reír, sin pensar en las consecuencias.

Besa, ríe, ama, salta, bromea, juega, pelea, grita, canta, abraza, enfádate, llora, mira, enamórate, pierde el control... Levántate y vive.


sábado, 18 de agosto de 2012

Cómo escribir bien

Hace tiempo encontré esta imagen y me gustó mucho, porque no sólo te da consejos sino que, además, los ilustra con ejemplos que me hicieron bastante gracia. Siento que esté en inglés, pero tiene más jugo así.


viernes, 3 de agosto de 2012

Fragmentos (IV)

Cogió la sombrilla, el bolso grande, sus gafas de sol y el protector solar y se encaminó a la playa. No le hacía falta nada ni nadie más, y todos los días le gustaba ir, aunque fuese a estar un rato. El calor en aquella época era agobiante, pero, sin importar el calor que hiciese, cuando pisaba la arena podía estar allí horas sin sentirse incómoda. Una vez que se embadurnada en alta protección y se plantaba bajo los rayos de sol el tiempo volaba. Al rato de haberse tostado un rato, decidió ponerse bajo la sombrilla a leer. Sacó de su bolso de esparto el ejemplar de bolsillo de turno con todas las esquinas de las hojas dobladas, medio abierto y curvado por la humedad, y, mientras buscaba el punto de lectura, lo apoyó en sus piernas cruzadas.  No llegó a dirigir sus ojos a las palabras, ya que se fijaron en el horizonte de agua y su mente empezó a divagar. Oía gente a su alrededor hablando de que sus vecinos tenían una gotera, y niños corrían de un lado para otro haciendo que cayese arena en todas las toallas cerca de las que pasaban, o en las personas que estaban en esas toallas. Entre las conversaciones ajenas, ella se perdió en un hilo de pensamiento que le había estado atormentando últimamente.


No podía dejar de pensar en él, pero a él no le interesaba ella, o no daba señales de ello. Alicia había intentado todo para acercarse a él, había conseguido ganar poco a poco su confianza, cada vez hablaban más y se contaban más confidencias, pero él tenía otro tipo de chica en mente. Luego le contaba a ella todos los problemas que le daban, y lo mal que le trataban, y que no encontraba a una chica que mereciera la pena, que eran todas unas guarras. Ella no sabía qué hacer para que él se diera cuenta de las posibilidades sin declararse directamente, pues era demasiado tímida para hacerlo, y tenía muy poco autoestima como para aceptar ser rechazada. Así llevaban tiempo, y no había manera de avazar. Se levantó, soltó el libro encima de la toalla sin preocuparse del punto de lectura ni de cómo caía, corrió hacia un saliente de piedra, estiró los brazos por encima de su cabeza, y saltó para sumergirse lo más rápido y profundamente posible. Apenas opuso resistencia al mar, y mientras las burbujas recorrían su cuerpo y el frio se iba colando por sus poros, todo pensamiento agotador se borró de su piel.