sábado, 6 de octubre de 2012

Fragmentos (V)

Quiso vivir lo que leía, quiso soñar y quiso reír. Vivió, soñó y rió. Pero llegó un momento en que se dio cuenta de que cuando uno lee, las páginas son finitas, no se sabe qué pasa después. El autor da un final, el que quiere para dejar la historia redonda. Pero la vida no es así, el final llega con la muerte, no antes. Uno tiene una aventura, un desengaño, una experiencia nueva, un desafío, una pelea, un amor, un reto... sea lo que sea, lo tiene, tiene que lidiar con ello y seguir adelante. No hay un problema que se resuelva porque baje un dios y lo solucione todo, como en las antiguas obras de teatro. No hay un giro final que desate todo el lío que se había formado en el transcurrir de la historia. La vida son momentos más cómodos o incómodos, uno tras otro, con continuidad, pero sin hilo narrativo, porque no somos de cuento. Y lo peor es quedarse esperando a que llegue el final feliz, porque nunca llega, porque no hay final.


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