domingo, 20 de enero de 2013

Fragmentos (VIII)

En ciertas ocasiones, una misma sensación puede ser provocada tanto por algo agradable como por algo desagradable. Besos en el cuello, caricias en la espalda. Recuerdos cristalinos. Querer decir sí, pero decir no; querer decir no, pero decir sí; querer decir algo y no decir nada en absoluto. Un rayo helado atraviesa el pecho, eriza la piel, y deja un rastro agridulce de decepción ya anticipada. Escalofríos que se transforman en calor; escalofríos que te paralizan. Hielo en las entrañas que se esparce por todas las ramificaciones del sistema circulatorio, llegando apenas perceptible a la superficie. Ese frío que al principio duele, pero que acaba reconfortando. Todo el vello erizado, esperando más, ansiando el porvenir.



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