domingo, 18 de mayo de 2014

La vida. Tan poco pasa y tantas cosas a la vez. Apenas escribo, parece que no hago nada (o que no tengo nada sobre qué escribir) pero a la vez me siento en un momento crucial. La gente que me quiere dar consejo me dice que no tienes nada resuelto hasta que todo pasa de golpe y te encuentras con la vida delante, esperándote. Estoy esperando ese momento, pero quizá está pasándome ahora mismo y puede que no me dé cuenta hasta dentro de un tiempo. Quién sabe.

Lo único que sé es que estoy redescubriendo el amor. Siempre he sido una persona romántica y soñadora, idealizando el amor, sufriéndolo mientras leía romances en libros o los veía en películas, donde, por norma general, se resolvía bien y los protagonistas vivían felices y comían perdices. Pero en ningún lado dicen cómo amar. Hablan de gestos románticos, de absurdos ideales del amor que no expresan la realidad.

Puedes llegar a darte cuenta de que una pareja no te ama a ti, sino que ama el hecho de no encontrarse solo. Que hace por ti esos gestos románticos de libros y películas, que parece un príncipe azul a ratos, pero que se olvida de que la vida junto a otra persona necesita más que eso. Que está contigo porque te cruzaste con él en un momento de su vida en que cuadró, pero que si llega a ser otra lo mismo daría, porque tendría el mismo amor falso para cualquiera. Si dice "te quiero" a la primera de cambio sospecha. Eso ya lo aprendí yo, a las malas pero lo aprendí y ya no se me olvida. Tonta y soñadora de mí, ahora un poquito menos tonta y un poquito más realista.

Eso me pasó a mí, pero no sabía lo que falló hasta que llegó otro amor. No otro amor cualquiera. Un amor real. Llegó lentamente, a paso de tortuga, despacio pero constante. La primera impresión fue increíble, y el primer paso muy rápido, algo loco, intenso, irreal y agridulce. Después de eso hubo una pausa, que parecía interminable, agonizante, casi como una tortura. Pero durante esa pausa, que no era tal en realidad, todo estaba en marcha aunque no lo pareciera. Resulta que no tiene que ser un flechazo; poco a poco se puede llegar a conocer a una persona y darte a conocer. No es necesario recorrer todo el camino de golpe; el amor no es un sprint, es una maratón. Y resulta que es mucho mejor así. Ya vendrán los te quieros cuando tengan que venir, y los gestos románticos no tienen que ser un pasar la noche bajo su ventana, vale con un "estoy deseando que llegue la noche para poder dormir abrazado a ti". No se trata de palabras, ni gestos especiales. No hay un manual de lo que decir o hacer para ser el perfecto amante. Se trata de algo mucho más sencillo y claro; se trata de sentir de verdad, de hacer y decir las cosas desde el corazón, como se sienten, y no adornándolas. Así cobran sentido de verdad. No me digas lo que quiero oír, dime lo que sientes y si es lo que cuadra conmigo entonces bien; si no lo es, quizá no seamos el uno para el otro, pero está bien, porque es mejor saberlo ya que alargar la agonía. Parece mentira que haya que decir estas cosas, pero todavía hay gente que no sabe que el amor se basa en la confianza y en la sinceridad.

Lo mejor de todo es que esto lo he descubierto con una persona que desde que la conozco dice no creer en el amor. Creo que ahora ha cambiado de parecer, pero no me hagáis mucho caso, que es tarde.

2 comentarios:

  1. Los que menos creemos en el amor somos los que más enamorados vivimos de todo lo que nos rodea. No se lo digas a nadie, es nuestro secreto. Te quiero pequeña...

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    1. Pues he tenido la suerte de dar con dos personas así, tú y él ;) Te quiero preciosísima! Muchas gracias por leerme y comprenderme <3

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