martes, 18 de febrero de 2020

El sol sale

La niebla se acaba yendo y el sol sale. Sabemos que la niebla volverá a llegar en algún momento, pero el sol siempre acaba saliendo, y hay más días de sol que de niebla.

miércoles, 12 de febrero de 2020

Niebla

Todos los días paso por la estación de Chamartín y suelo levantar la cabeza del libro para admirar las Cuatro Torres. Estos días de niebla no estoy pudiendo verlas y me genera una ligera sensación de ansiedad. Sé que están ahí, pero no puedo verlas, ni siquiera la parte baja. Unos mamotretos impresionantes, sobrecogedoras construcciones, verticales, infinitos y aplastantes armazones cubiertos de cristales relucientes y brillos etéreos, ocultos por minúsculas gotas de agua, suspendidas en el aire como por arte de magia, compresoras de la comprensión, asfixiantes, opresivas a la vez que inconsistentes. Déjame respirar.

Pero un día la niebla se irá, y, con ella, la angustia.


sábado, 8 de febrero de 2020

Hazlo

Llevo dos meses viviendo sola. Esta experiencia es nueva para mí. Al principio pensaba que me iba a costar muchísimo, que iba a sentir un miedo constante, que todo iba a cambiar. Pero resulta que sigo en la casa en la que llevo viviendo casi seis años, cómoda, con mis gatitas haciéndome compañía y recibiéndome en tropel en cuanto entro por la puerta y nada ha cambiado. Tenía mucho miedo de tomar la decisión que tomé, pero aun así, la tomé. Y estos meses he vivido otros miedos, a niveles más superficiales y más profundos. He sentido ansiedad, angustia, desesperación, por diferentes situaciones, por diferentes personas. Pero pasa un día, te vas a dormir, y tienes el siguiente delante de ti, esperando que lo afrontes como un lienzo en blanco.


Vale, sí, hay una ausencia, una compañía de otro tipo que ya no está. Hay cosas que echo de menos, como tener a alguien a quien abrazar en el momento en que lo necesitase. Pero resulta que, aun en los momentos en los que siento que necesito un abrazo, aunque no me lo de nadie, tampoco me muero. Y la vida sigue, el momento pasa, y no pasa nada. Y todo eso que echo de menos lo iré superando poco a poco, porque estoy buscando la manera de proveerme lo que necesito por mi cuenta. Esta soledad me ha hecho pensar mucho más, comunicarme mucho más conmigo misma, porque ahora analizo esos momentos en los que recurría a otra persona para desahogarme, consolarme o simplemente no sentirme sola. Ahora, en esos momentos se produce un conflicto en mí, un conflicto entre el hábito de refugiarme en alguien y mi nueva realidad, que me empuja a analizar, a profundizar en esas costumbres y necesidades que me creé alrededor de otro. Me doy cuenta de que tomé por necesidades lo que son deseos, comportamientos agradables, que me daban una recompensa emocional, pero que no son una necesidad de vida o muerte. 

Estoy trabajando en mí, tratando de diferenciar lo que quiero y lo que necesito, lo que me gustaría encontrar en mí y en los demás, lo que estoy dispuesta a dar y lo que quiero recibir. En mi vida. No mezclar deseos y desesperaciones, no confundir palabras bienintencionadas con ataques, ni que me las confundan, no buscar en los demás lo que me falta a mí, ser más amable, conmigo y con los demás, no juzgar ni que me juzguen a la ligera, dar a la gente el beneficio de la duda. Qué fácil es encontrar una falsa intimidad, qué difícil que alguien se abra de verdad. Pero la primera que se tiene que abrir soy yo, conmigo misma. Cuántas veces me he machacado, me he hundido con palabras que no le dirigiría ni a mi peor enemigo. Tengo que abrirme y sacar eso, tener más compasión por mí y por los demás. Mirarme a un espejo y mirarme como miro a una amiga. Mi compañía es la que voy a tener siempre, la quiera o no. Y es la que más vale.


No sé lo que vendrá, pero sí sé que, aunque yo no sea ni vaya a ser perfecta nunca, estoy aprendiendo de mí, y estoy buscando mejorar y valorarme más. Estoy mirando dentro y viendo lo que quiero cambiar, para poder ser consciente de mis errores y cambiarlos, pero también lo que ya me gusta y quiero conservar. Me gusta mi forma de ser, me gusta sentir todo, me gusta abrirme a la gente, me gusta haber conseguido ser positiva y, aunque tenga mis momentos de bajona, esperar las cosas buenas que SÉ que están por venir. Sea lo que sea, venga cuando venga. Aquí estoy, esperando a la vida, caminando mi camino.


Ay, amiga, siempre a la busca del sueño, la vida perfecta. Pero eso no existe. Nadie es perfecto. Siempre hay problemas, más o menos graves. Y no pasa nada, porque la vida es así, y si fuera perfecta nos acabaríamos aburriendo, no tendría ningún interés. Tenemos que seguir adelante, saltar por encima de esos obstáculos que nos pone la vida en el camino, y, cuando llegamos a una colina verde, fresca, llena de flores y árboles, parar un rato y disfrutar de esa carrera con una pausa, una respiración profunda, para coger fuerzas y continuar por el sendero que tenga que venir, que trae oscuridad pero también mucha luz.